Agi Çeka · La membrana lumínica que cubre nuestros hogares

 

 

Energías conectadas, materias enlazadas.

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La luz es energía;
física y filosofía.

La luz es energía; física y filosofía. Nosotros somos materia; química y energía. La primera energía que conocemos las personas es la propia, aunque no siempre llegamos a controlarla como los interruptores de nuestras casas. Las personas somos energía vestida de carne y hueso, provenientes según la ciencia de una teoría entre la luz y la oscuridad creado en el modelo espacio-tiempo. La primera fuente de luz inventada por el hombre es el fuego, la cual es una energía natural creada por la capacidad intuitiva de creación y la necesidad del ser humano. La principal fuente de energía es la luz solar, la estabilidad del eje de rotación de nuestro planeta es la luna y vivimos bajo un precioso cielo estrellado que dicta el pasado, presente y futuro. Dando por sentado dicho mecanismo energético, desde que Thomas Edison nos iluminó con la luz eléctrica en 1880, hemos innovado continuamente en dicho campo hasta el día de hoy, creando un sinusoide de éxitos y fracasos en el campo de la iluminación, habiendo perdido tantas veces la conexión con la naturaleza.

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La pureza de la energía de la iluminación es un mecanismo universal, no solo por lo previamente mencionado, sino porque toda percepción visual de espectros lumínicos está afectada por la emisión lumínica de estrellas y satélites en las diferentes materias de la superficie terrestre que nos rodean. Los colores que percibimos de luz natural y artificial, son influencias y consecuencias abstractas, exactas e intangibles que dependen de la relación Tierra-Sol-Luna las 24 horas del día. Desde el ángulo en el que el rayo de luz se da, hasta llegar a nuestro cerebro, el efecto varía según las coordinadas en las que nos encontramos, la hora del día, la estación del año y más factores biológicos de la persona que lo percibe. Y a todo esto, ¿qué luz vive contigo?

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Idealismo transcendental
y los factores psicológicos de la iluminación.

El efecto de la luz es el efecto del espectro de la fuente de luz, o el color que percibimos a través de nuestro sentido de la vista.

“El conocimiento ordinario de objetos y el conocimiento científico son fiables, porque en ellos se combinan la acción de los sentidos específicos del ser racional –espacio y tiempo- y la de su entendimiento, que aplica conocimientos a las percepciones sensibles.” Según Immanuel Kant, el ser humano concibe y construye sentimientos a partir de impresiones sensoriales y conceptos universales percibidos a partir de uno o más de los cinco sentidos, llamado idealismo transcedental.

Cuando diseñamos luz,
Diseñamos emoción.

Por eso, al igual que un perfume y una canción nos recuerdan un período del pasado, también la luz en la percepción del ser vivo se traduce en sentimiento. Cuando diseñamos luz, diseñamos emoción, inyectamos un nuevo conocimiento y construimos parte de un pasado empírico para cada individuo. Si esta luz es parte de nuestra vida cotidiana, influye en nuestra salud mental en el día a día.

El interior del ojo es una pequeña maqueta de la realidad invertida formada en la retina del ojo hasta que el cerebro procesa la información, y esto es posible una vez mas gracias a la luz que el ojo absorbe. Todo esto representa la energía de un viaje rápido pero complejo dentro de nosotros, tan rápido como la energía eléctrica que controlamos en nuestros espacios interiores; desde que pulsamos el interruptor, las habitaciones de nuestros ojos se iluminan y se amueblan al mismo tiempo que las bombillas iluminan las habitaciones de nuestras casas. Si el diseño de nuestro hogar es curado con amor, este mensaje de amor llegará a nuestra mente cada vez que volvemos a dicho espacio y viceversa.

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Distribución Lumínica
y Arquitectura.

La simbiosis entre la iluminación y la arquitectura nace del impacto psicológico de la luz en el ser humano y vive en los espacios dentro del espacio; en los vacíos, ornamentos y materias arquitectónicas creando efectos y sensaciones.

Las sensaciones espaciales son diversas, pero hay dos grupos principales: paisajísticos (todo espacio exterior) e interiores.

La iluminación de nuestros espacios comunes es una escenografía de colores y formas que nos afecta a todos los habitantes de la misma ciudad de forma involuntaria, creando en nosotros un mismo concepto de cultura urbana lumínica.

La función de la luz en el espacio puede ser funcional o estética, en los dos casos puede tener un efecto envolvente o de relleno de vacíos, y en los dos casos genera una sensación espacial, independientemente de si ese es el objetivo o no.

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Durante las 24 horas del día, la luz, tanto natural como artificial, divide nuestros espacios comunes en franjas a través de la arquitectura. La proyección de luz en los edificios divide las calles en dimensiones de luz y sombras, donde se diseña la vida común de los habitantes representando el fondo paisajístico ya sea urbano o rural de un destino. Esta misma proyección en las fachadas es un imprescindible detalle que el arquitecto tiene en cuenta, ya que como antes se ha mencionado, da vida a un importante juego de ornamentos y volúmenes, así como repercute también en la vida interna de las viviendas. Si analizamos una pequeña sección de un destino urbano durante las 24 horas del día, vemos la metamorfosis del movimiento de luces y formas que fragmentan las grandes dimensiones de nuestros espacios comunes.

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El conjunto de radiaciones emitidas por el sol junto a la información fotométrica de cada luminaria en cada plano tanto vertical como horizontal de esa calle, es la información que nuestro cerebro absorbe, haciéndolo parte de nuestra memoria y de nuestro ser. Al oscurecer, en cada fachada las luces se encienden una por una. Ahí es donde nuestra forma de vida (lifestyle) y nuestros hogares iluminados son parte de un conjunto que se parece a una obra teatral vista desde fuera. De la misma forma que el espacio público, nuestro espacio personal también se fragmenta en franjas. La información/percepción que nos llega del espacio exterior desde un espacio interior está compuesta por la distribución fotométrica de diversas capas lumínicas una sobre otra.

Iluminar el futuro de nuestro hogares.
¿Diseñamos productos tangibles o sensaciones intangibles?

Los primeros meses de este año 2020 nos enseñaron que el tamaño de un espacio es relativo y que nuestro confort mental depende del estilo de vida en el pasado. Aprendimos, obligados, a explorar el espacio interior de nuestras viviendas y a diseñar en él todo aquello que nos falta del exterior. Aprendimos a echar de menos el sol como fuente de energía vital y a observar las fachadas que nos rodean, a buscar vida en ellas; a cantar, bailar reír, aplaudir y llorar con personas desconocidas. Aprendimos a ver todas las luces encendidas y las calles vacías, cortinas cerradas y luces tenues, cortinas abiertas y siluetas de gente. Aprendimos a taparnos todo el día con la membrana de luz que un día escogimos para iluminar nuestra vida privada, mientras nos preocupaba su coste a fin de mes.

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Recordemos como diseñadores que somos naturaleza, de que ella es nuestra casa y en nuestra casa debe estar. A falta de poder llenar el cuarto de baño con agua de mar y nadar en él, o llenar la cocina de aves y escuchar su canto, la forma mas sencilla y tangible que tenemos de sentir la naturaleza en nuestros hogares es a través de la vista, mediante efectos lumínicos que afectan nuestra psicosis y calman nuestro estrés.

Hay dos maneras de empezar a trabajar: ofrecer un buen diseño u ofrecer un buen concepto. Hay dos maneras de ofrecer luz; mediante un producto tangible o una sensación intangible

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Cada espectro de luz en las fachadas simbolizan estilos de vida y personalidades, y cada franja de luz de esas dimensiones afectan la salud mental del usuario, por eso diseñar sensaciones mediante un concepto es más importante que vender un producto en el mercado.

La constante innovación en el concepto lumínico al servicio del bienestar y confort visual, es un objetivo crucial en todo tipo de diseño espacial. Aprendamos a separar funciones con la luz y a ser mas responsables con el consumo, porque la luz es una herramienta abstracta de remodelación; ofrecer un nuevo impacto lumínico puede ser la solución al deseo de tener un “nuevo hogar”.

Agi Çeka

Arquitecta de formación, su sensibilidad y habilidad con y hacia la luz ha sido siempre subconsciente, así como el deseo de jugar con efectos, tonos y diferentes productos. Para Agi los espacios susurran canciones y cuentan historias, por eso siempre dice que las dimensiones de sus espacios deben ser filosofía, y para ello el diseño lumínico juega un papel crucial.


©Álvaro Valdecantos

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